martes, 9 de abril de 2013

Un istante di sole.


Llaman a la puerta, inesperadamente, demasiado tarde para visitas. Visitas que se transforman en felicidad y perfección, en irrealidad real, en sueños sin dormir.
Unos cuantos segundos pueden cambiar tu vida, cuando en la noche oscura y cerrada se asoma un puñado discreto de rayos de sol. Vuelves a encontrarte dentro de tí, a saborear la sensación de estar como en casa, de nuevo. Vuelve la lucha contra el reloj de arena, el no querer que pase el tiempo, desear pararse en esos escasos instantes de felicidad que alteran poco a poco tu sonrisa, tu vitalidad, toda tú.
Pero desgraciadamente cuando pretendes parar el tiempo y saborear momentos eternos este se acelera frenéticamente, vertiginosamente, haciendo que pierdas el control. El control de tu vida, de tus sentimientos, de tus acciones, lo que a cualquier kamikaze le estremece placenteramente. El dolor nunca te abandonará, por muy amplia que sea tu sonrisa, sólo es una simple relación inversa.
Sin marcha atrás, atrapada en el presente con cierto temor al futuro recorro torpemente los adoquines del Borgo. Días atrás, abandonar la ciudad eterna era la única solución factible para reflexionar y recomponer los hechos, sin embargo ahora no es más que la peor elección. Como cada año, los días santos madrileños, tristes y lluviosos no ayudarán en absoluto. Días interminables de pensamientos y reflexiones, que pasan a la velocidad del caracol, en los que tu cerebro acaba ardiéndo de confusión, en los que este no sabe si aferrarse a la ya típica oscuridad o intentar seguir el minúsculo ápice de luz que atraviesa el vidrio desgastado de tu ventana. Agarrar el volante de tu vida sin destino alguno, atravesando carreteras infinitas entre un desierto de dudas e incertidumbres a toda velocidad con prisa por llegar a ningún lugar, solo lejos, lejos de la oscuridad.
Abandonar el calor ardiente del desierto y despertarte con el frío aséptico y gris de un avión, Iberia destino Roma, ¿destino para quién? Lo que hace instantes era pura claridad se ha cubierto de repente por una intensa masa de nubes. Quizá sea el destino de los 160 pasajeros de mi alrededor, ¿pero el mío? Sigo en su búsqueda, brújula en mano.

"A volte, basta un solo istante, per cambiare il percorso della tua vita."


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